jueves, 9 de febrero de 2012

Por qué.

Soy de los que consideran que el periodista nace. No son pocos los que abandonan la carrera cuando se dan cuenta de que no es lo suyo al ver las asignaturas o en las primeras prácticas cuando comprueban que estar diez horas en una redacción o tirarse haciendo encuestas los meses de julio, agosto y septiembre no es lo que ellos soñaban.
Yo comencé estudiando Económicas, carrera que abandoné para estudiar Ciencias Humanas y de la Comunicación, especialidad Periodismo, en el CEU de Madrid, sin hacer caso a los consejos de mi padre (periodista de RNE) para que me dedicara a otra cosa. La carrera en sí es muy fácil e incluso se me hicieron largos los cuatro años, pero es necesaria si queremos algo de seriedad en esta profesión y evitar así el intrusismo que invade periódicos, radios, revistas, televisión e internet. Porque eso de que cualquiera puede ser periodista no es cierto. Cualquiera puede contar lo que pasa pero eso no le convierte necesariamente en periodista.
A mi desde siempre me gustó el mundo del periodismo. Lo viví en casa y al contrario que muchos, cada vez que me metía más en el mundillo me gustaba más. Era como una droga. Por lo menos en los inicios, cuando la única forma de escribir y que te leyeran era hacerlo en un periódico. Una vez que empiezas, de alguna forma, no puedes parar...
Con el inicio de la carrera se acabaron las vacaciones de verano por culpa de las prácticas (tan necesarias), pero eso es otra historia.

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