La crisis del ladrillo, el fin de la burbuja, ha dado la puntilla a lo que hasta ahora hemos llamado el periodismo tradional. Las nuevas tecnologías han dado un nuevo impulso a la información pero han dejado herido de muerte al periodismo escrito en papel, a la prensa.
Los nuevos responsables de comunicación de las grandes empresas, de los partidos políticos, han puesto toda su atención en las redes sociales con lo que asistimos al fin de una era. Que la presidenta de la Junta de Comunidades anunciara sus principales promesas electorales vía twitter es muy significativo.
Pero no todo el mundo tiene un móvil con tarifa de datos y aún queda mucha gente que utiliza internet para "sus cosas" y no para ver diarios locales o nacionales. Para llegar a todo este público habrá que buscar nuevos caminos y tal vez retroceder. Habrá que informar a través de las redes pero no hay que obviar que un tríptico todavía llega a mucha gente y durante más tiempo.
A pesar de todo somos testigos del cambio de era informativa. Y el cambio se produce deprisa.
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